En estos días donde el discurso nacionalista ha primado, cuando los intereses individuales parecen estar por sobre los generales es hora de marcar la diferencia a favor de nuestro planeta y decir, “Hagamos nuestro planeta grande otra vez”, o “Make our planet great again!” Parafraseando la ya célebre frase de Donald Trump y que ha llevado incluso a que este país abandonara los acuerdos de París sobre el cambio climático.
Señalo esto porque hoy 5 de junio, como cada año, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y entonces cabe preguntarnos cuál es costo que tendrá para este medio ambiente el que ciertas naciones pongan sus intereses de producción primero sin pensar en las consecuencias que estos puedan traer a nivel global. Hoy los negacionistas (aquellos que no creen en el cambio climático) se multiplican, y las voces acalladas con evidencia científica, que nos dicen que el cambio climático era una transición normal del clima del planeta, algo natural, comienzan a hacerse escuchar porque tienen un líder, el de la segunda nación más contaminante del planeta, que los respalda.
Neil deGrasse Tyson, un famoso astrofísico y sucesor de Carl Sagan en la serie Cosmos dice que afortunadamente la ciencia es verdad, creas en ella o no. Y por lo tanto son los datos los que nos tienen que decir si el planeta está sufriendo un calentamiento por nuestras emisiones, no el hecho de que nosotros creamos o no en ello. Los datos son abrumantes, la temperatura media global está aumentando en todos los continentes (figura 1) y estos aumentos coinciden con el aumento de emisiones provocados tras la industrialización (figura 22) aún cuando el clima del planeta venía enfriándose cada vez más durante los años previos al 1800 como lo muestra la gráfica (Figura 2).
*datos del panel intergubernamental de cambio climático (IPCC por sus siglas en inglés)
Es cierto que los cambios globales han sido parte de la historia del planeta, pero cada vez que estos han ocurrido miles de especies desaparecen, el sistema se reajusta y la vida continúa. Pero lo que no continúa es la vida tal como existía antes. ¡Ese es el gran problema!
Hoy las especies desaparecen a un ritmo acelerado, nuestros océanos se acidifican cada vez más producto del CO2 disuelto en ellos, lo que afecta a los arrecifes que toleran margen mínimos de temperatura y con ello la producción de peces y otra vida marina que en ellos se produce. Algunas algas se hacen más abundantes y consumen el oxígeno creando zonas muertas de vida marina y si a eso le sumamos que el derretimiento de los polos que cambian la salinidad de agua y con ello cambian las corrientes marinas y con ello el clima del planeta.
¡Wow! Es imposible dejar de pensar que en el planeta las cosas cambiarán con el simple hecho de que aumenten las emisiones, todo está interconectado. Es por eso, que hoy más que nunca necesitamos el compromiso de nuestros gobernantes, pero también de nosotros mismos.
No creamos que nuestras acciones son mínimas, que el trabajo duro lo tienen que hacer otros y que cambiar nuestro estilo de vida no tendrá un impacto real en el clima porque no es así. La suma de de nuestras acciones es lo que hace los cambios reales. Disminuir nuestro consumo de carne, preferir el transporte público, fomentar la bicicleta, preferir productos locales, en sí disminuir la dependencia del petróleo y ahorrar energía. Todo esto suma, y es que sólo las acciones individuales de todos nosotros convencerán a nuestros líderes mundiales de que el cambio es posible y con ello ¡volveremos a hacer nuestro planeta grande, otra vez!
Se el cambio que quieres ver en el mundo.