Los océanos no entienden de fronteras. Tampoco los animales que viven en ellos y migran nadando de un lado a otro del planeta. Y desgraciadamente tampoco el plástico que llega a sus aguas.
Una media de 8 millones de toneladas (800 veces el peso de la torre Eiffel) llegan cada año a mares y océanos del mundo. Es un problema global, ninguna zona del mundo se escapa. Ni siquiera las zonas deshabitadas o lejanas de la intensa actividad humana como la Antártida, el Ártico o remotas islas en mitad del Pacífico.
La producción anual de plástico continúa en aumento. En una década solo ya ha aumentado un 50%. El 40% del plástico que se produce va para envases de todo tipo,en su mayoría de un solo uso que tras una corta vida útil pasan a convertirse en un residuo.
Hay que poner freno a la invasión de plástico, desde los hábitos individuales hasta desde las grandes esferas internacionales.
Y esto nos lleva a hoy, a la pequeña ciudad de Bremen (Alemania) donde ha lucido el sol frente al hotel donde se encontraba reunido el G20. Ese grupo de países “poderosos” y en el que España está representada a través de la UE. En esta ocasión, el motivo de la cumbre es la basura marina, de la cual hasta el 80% está formada por plásticos.
Desde la ventana, mirando al lago junto al hotel, las delegaciones de los países han disfrutado de una curiosa vista: 50 activistas de Greenpeace han formado la palabra ACT con sus cuerpos en el agua junto a una gran pancarta “For a plastic free oceans”. También se han podido leer mensajes en otros idiomas de países también representados, entre ellos una pancarta en castellano.
La situación es urgente. El plástico está literalmente matando especies marinas que se enganchan en los restos o los ingieren y terminan muriendo de inanición, destruyendo estructuras vivas esenciales para los ecosistemas marinos como los corales. Y además están entrando en la cadena alimentaria y ya se ha constatado su presencia en especies pesqueras y mariscos comerciales.
El momento para actuar es ahora. Que el G20 haya tenido la iniciativa para debatir este tema de forma exclusiva es una clara indicación de que la comunidad internacional es consciente de la urgencia. Pero hay que ir más allá de las reuniones y las palabras y adoptar medidas y compromisos y fomentar soluciones.
Los países de la UE tiene una oportunidad doble, ya que además de esta cumbre, actualmente se están revisando las Directivas europeas de residuos, que marcan las normas de qué hacemos con el plástico.
No se trata solo de reciclar más y mejor. Hay que cerrar el grifo del plástico que está desbordando los océanos y para ello hay que reducir y apostar por innovaciones y alternativas que nos lo permitan, así como reutilizar los envases.
Y ya de paso darnos un respiro a nosotros mismos. Al fin y al cabo, detrás del usar y tirar hay un trasfondo de modo de vida rápido. Mejor tomarnos medio minuto más para rellenar nuestra botella de agua metálica, y ya de paso respirar.