Con menos de 30 ejemplares vivos en el Alto Golfo de California, la vaquita marina (Phocoena sinus) está muy cerca de ser el próximo animal que se declare extinto en el mundo y con ello México perderá al único mamífero marino endémico de su territorio. Pero el aviso no es nuevo, no podemos decir que esto nos tomó por sorpresa.
Desde 1993 datan los primeros esfuerzos por proteger a esta marsopa, con la creación de la Reserva de la Biosfera, en la región del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado, se pretendía preservar el hábitat de la vaquita marina. Desde entonces, sucesivos acuerdos, programas y decretos han pretendido evitar que la vaquita marina nade hacia la extinción pero han sido infructuosos.
La Vaquita marina continúa cayendo en redes de pesca y muy particularmente en redes que buscan capturar totoaba, un pez también endémico cuya vejiga natatoria se vende a precios inimaginables (50 a 60 mil dólares) en el mercado asiático. Presión suficiente para que ninguna medida tuviera frutos. Y es que a pesar de todo, el número de vaquitas marinas seguía en picada.
Pero ¿Por qué no hemos logrado salvar a la vaquita? ¿Qué hemos hecho mal como sociedad? La respuesta no es única ni reveladora pero sí evidente, nada ha podido frenar la pesca de la totoaba y el enemigo no estaba afuera, sino dentro del mismo gobierno.
La autoridad pesquera, quien debe resguardar que la explotación de nuestros recursos pesqueros se haga conforme al marco legal, hace 17 años dejó de tener una visión ambiental, fue removida de la antigua Secretaría de Medio Ambiente Recursos Naturales y Pesca (Semarnap) y hoy pertenece a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en donde la productividad, prima por sobre todo y cuando las medidas buscaban resguardar a la vaquita marina la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) no buscaba más que defender su modelo de negocio, su productividad, siendo negligente y poniendo trabas a las medidas adoptadas para salvar al mamífero marino, favoreciendo que las redes continuen matando a las vaquitas.
Vedas que no han sido vigiladas cuando la Ley obliga a CONAPESCA a hacer inspección y vigilancia de estos recursos, Aumento del esfuerzo pesquero que ha resultado ser del 68% en la pesca de escama y un 66% en el número de embarcaciones para pesca de curvina golfina tan sólo de 2013 a 2016.
En el 2014, la Conapesca eliminó el rubro de “aprovechamiento sustentable de los recursos pesqueros” de sus objetivos de trabajo, cuando es justamente lo que más se necesita para no colapsar nuestras pesquerías, y qué decir sobre las artes de pesca alternativas que se les prometieron a las comunidades para continuar con su actividad, las cuales no han llegado.
Todo esto nos muestra que el modelo pesquero imperante en México debe ser cambiado, pero de forma real, no sólo poniendo la palabra “sustentable” en las leyes. Necesitamos un cambio de fondo que convierta a las pesquerías mexicanas en un ejemplo de sostenibilidad y eso con las autoridades actuales no va a ocurrir.
Es por eso que pedimos que se haga justicia para la Vaquita marina y que el actual comisionado de pesca y acuacultura, Mario Aguilar, sea removido de su cargo para dar paso a un modelo de pesca donde situaciones como la de la vaquita no vuelvan a suceder jamás ¡Justicia para la Vaquita!